Las redes sociales han transformado la vida cotidiana, trayendo consigo una gran cantidad de herramientas que facilitan la vida, pero también abriendo las puertas a comportamientos que, en muchos casos, no dejan de sorprender. Entre estas conductas, se encuentra el intento de algunos influencers de vivir a costa de otros, algo que se ha vuelto tristemente común en ciertos sectores. Esta situación, que mezcla la auto-promoción con la falta de ética, ha dado lugar a numerosas anécdotas en redes sociales, especialmente en cuentas como la de «Soy Camarero», donde se comparten historias sobre las interacciones entre establecimientos de hostelería y personas que buscan aprovecharse de ellos.
Recientemente, un episodio en particular ha generado un gran revuelo. Un supuesto influencer, que además asegura ser cantante, contactó con un bar con la intención de conseguir una colaboración. Hasta aquí, nada fuera de lo común. Sin embargo, la propuesta del influencer resultó ser que el establecimiento le ofreciera una comida gratuita a cambio de una promoción en redes sociales. La naturaleza del acuerdo levantó una ceja (o varias) en el hostelero, quien no tardó en responder de manera irónica y directa.
La oferta del influencer y la respuesta épica del dueño del bar
El diálogo comenzó con el influencer preguntando si el bar estaría dispuesto a colaborar. Al ser cuestionado sobre el tipo de colaboración que proponía, su respuesta fue clara: «Sería ir, que ustedes me pusieran lo que queréis que promocione y yo lo subo a historias y reels diciendo dónde está el sitio y recomendándolo a mis seguidores», comentó con naturalidad. Hasta ese punto, parecía que simplemente estaba buscando una colaboración como muchas otras, pero la cuestión monetaria fue lo que desató la polémica. El influencer explicó que no cobraría por el servicio, añadiendo: «En este caso como es un restaurante no suelo cobrar. Iría con mi novia y sería lo que me pusieran allí para probar gratuitamente y ya les haría el vídeo para mi perfil».
La respuesta del dueño del bar fue toda una obra maestra de sarcasmo. Después de la propuesta, el hostelero lanzó una pregunta que dejó al influencer desconcertado: «¿Grabáis en Rialto?». El influencer, sin entender el comentario, respondió con un confuso «Cómo, no te entiendo», a lo que el dueño del bar remató con una respuesta mordaz: «Con un carajo así de alto». Con esta contundente réplica, el hostelero dejó clara su posición sobre aquellos que buscan recibir servicios gratuitos sin aportar un valor real.
El enfado del hostelero y la lección sobre el valor del trabajo
Pero la cosa no terminó ahí. El dueño del bar aprovechó la ocasión para educar al influencer (y a cualquiera que lea la historia) sobre los desafíos y costes asociados con mantener un negocio de hostelería. «Estamos hartos de la peña que quiere comer gratis con seguidores comprados y sin repercusión ninguna como tú, el trabajo nuestro no se regala absolutamente a NADIE», afirmó con rotundidad, dejando claro que no estaba dispuesto a ceder ante este tipo de propuestas.
La lección continuó con un detallado desglose de los costos que enfrenta cualquier empresario en el sector de la hostelería: «Tienes que pensar costes de producción, de personal, de alquiler, de luz, de agua, de seguridad social, de producto, autónomo, IVA, módulos, sin contar los gastos a nivel personal, coste emocional, no ver a tu familia, trabajar más horas que tiene el día…». Con esta enumeración, el dueño quiso dejar claro que su negocio no se sostenía con likes ni con publicaciones vacías, sino con esfuerzo, dedicación y un gran sacrificio.
La respuesta del hostelero fue mucho más allá de la simple ironía, llegando a sugerirle al influencer que reconsiderara su carrera. «Seguramente invirtiste 100 euros en comprar seguidores y eso no es un oficio. Lo de artista creo que te va un poco grande pero ahí no me voy a meter, simplemente decirte que yo llevo más de 25 años cantando y aún no me considero artista», comentó el dueño, subrayando que la experiencia y el esfuerzo son claves para alcanzar el verdadero éxito.
Pero sin duda, lo que coronó la respuesta fue la postdata, una joya de la ironía y el sentido común: «Busca curro e invita a cenar a tu parienta con dinero. Te lo recomendamos, es muy bonito. Y si no, siempre estamos buscando personal». Esta recomendación, que mezcla sabiduría popular con un toque de humor, cerró la conversación de una manera épica, dejando al influencer sin palabras.
Como era de esperar, la historia no terminó ahí. El influencer, sintiéndose claramente ofendido por la respuesta, no pudo evitar soltar su frustración con un comentario que, lejos de mejorar su situación, solo empeoró su imagen: «Poca repercusión tiene tu local de mierda». Una última respuesta que dejó claro quién había ganado la batalla verbal y, sobre todo, quién tenía la razón en este peculiar enfrentamiento.
Sin duda, esta anécdota deja una valiosa lección: el trabajo y el esfuerzo no pueden ser sustituidos por seguidores en redes sociales.